El aturdidor de moscas


Durante el último almuerzo Gonzalo nos contó lo de la mascota de su hermano. Una araña grande e inofensiva a la que alimenta con moscas aturdidas. ¿Cómo lo hace? Pregunté. Las aturde pegándoles con una hoja de periódico enrollado, respondió. ¿Cómo las puede aturdir sin matarlas? Le volví a preguntar. Dándoles el toque justo, claro que al principio terminaba matándolas a todas y como la araña no recibe moscas muertas tuvo que aprender rápido. Pasaba días enteros practicando.
Imagine usted la absurda escena y pregúntese, ¿una prueba del gran cariño que el hombre puede llegar a sentir por su mascota o la constatación de su inefable soledad?


© Carolina Meneses Columbié, 2011




Comentarios

Entradas populares de este blog

Citando a Charles Bukowski

El uso correcto de los guiones de diálogo

La armonía en el texto